miércoles, febrero 01, 2006

PROPUESTA DE TRABAJO ESCOLAR

En clase de uno de mis hijos se estudia a Dalí. Dalí es un pintor que da fantástico en reproducción y fatal en cuadro, al contrario que Murillo. A Murillo lo matan las estampas, que dan acaramelado, cuando en la realidad es un pintor lleno de matices, con una humanidad desbordante y con una delicadeza que sabe expresar en su justo término. Al contrario de Dalí, Murillo es uno de los mejores amigos que pueden tenerse en la vida.
Me parece muy buena idea, no obstante, estudiar a Dalí; los bigotes, el gesto, las reproducciones, pueden llamar la atención de los niños y acercarlos al mundo de la pintura.
Bien, yo quería prestar mi ayuda en dos asuntos: uno, que los alumnos aprendan la tremenda diferencia que hay entre un cuadro y una reproducción. Dos, que comprendan cuanto antes la pintura abstracta, ya que sin ello no podrán digerir nunca nada relativo a la pintura, que quedaría en su vida como un elemento decorativo, como para casi todo el mundo en nuestro ámbito cultural cercano. Así que aquí va la propuesta:
Hay que llevar un lienzo en blanco a la clase, preferiblemente de gran tamaño. En ese lienzo hay que plasmar cada día un suceso relevante para la clase. Materiales: ceras, lápices, tizas, pintura acrílica, hilo bramante, una aguja de coser gruesa y una cuchilla extensible.
Si es un cumpleaños y estamos contentos, habrá que reflejarlo en el lienzo; yo pondría un color azul vivo, enérgico, con unos trazos alegres y firmes; o también unos rayos de sol amarillos y un río y una montaña y un arco iris brillante. Si el día está gris, llueve y nos ponemos melancólicos, hay que anotarlo en el diario visual que debe ser el cuadro que estamos construyendo. No importa que se acumulen muchas capas, unas sobre otras, transparentándose si es preciso.
Sobre cómo reflejar las distintas emociones: tendremos que hacer bocetos, los niños dibujarán en papel sus propuestas y hablaremos sobre ellas hasta encontrar la que refleja lo que sentimos; entonces lo trasladaremos al lienzo.
Si ocurre algo que nos hiera, tendrá que intervenir la cuchilla y el lienzo quedará rasgado. Lógicamente después perdonaremos y olvidaremos, por lo que habrá que coser con hilo bramante el corte; intentaremos que quede bien con tan pobres medios, pero la cicatriz permanecerá en el cuadro.
Esperando que al final no esté todo lleno de remiendos se irán superponiendo los signos, pegaremos tal vez trozos de dibujos, hojas, alas de mariposa muerta de frío en las últimas nieves, no sé. En definitiva el cuadro se irá haciendo más complejo, será parecido a una pizarra en la que nunca se borra.
Una idea es que vayamos sacando fotografías del proceso, para recordar; en cualquier caso al final hay que fotografiar para obtener una reproducción del cuadro, en tamaño folio, como suelen ser las reproducciones en los libros. Y así aprenderemos dos cosas: Lo que significa un cuadro abstracto y la diferencia entre un cuadro y una reproducción.
Cualquier cuadro bueno, para decirlo sintéticamente, es un helado de fuego; esta es la manera más sencilla que se me ha ocurrido para hacérselo comprender a los niños.
¿Qué os parece? ¿Puede ser viable el experimento? ¿Alguien se anima a ponerlo en práctica? ¿Podemos perfeccionar la idea?

1 comentario:

Jueves dijo...

Comprendida la primera lección... Estoy por ir a comprarme el lienzo... ;D