lunes, mayo 01, 2006

DISCIPLINA

Hace tiempo que pienso que todos los problemas de la educación de los niños están en nosotros y no en ellos y que los árboles que es preciso enderezar somos nosotros mismos. Hablo de niños pequeños, que son lo que hasta ahora conozco un poco, ya que mis hijos no pasan de los seis años y sus compañeros, en los que me fijo, tienen, naturalmente, la misma edad.
Cuando observo las conductas de los niños de nuestro colegio siempre veo caras de padres detrás; aunque no los conozco, enseguida me imagino cómo son; si acierto o no, lo ignoro.
El problema es que pensamos que la autoridad somos solamente nosotros -que tenemos buena intención-, cuando la realidad es que autoridad es todo aquello que nos obliga a actuar de una determinada forma, que nos es impuesta con independencia de nuestras creencias, convicciones o razonamientos. Si enseñamos a alguien a ser dócil a la autoridad, ¿qué hará el resto de su vida?; en último extremo -comprendo que es demagogia-, ¿disparará cuando alguien se lo ordene?
Ya sé que el tema es complicado, pero creo que todas las personas con salud mental se comportan mediante el uso de la inteligencia en lugar de responder simplemente a la autoridad. Si obligamos a los niños simplemente a obedecer, ¿a quién escucharan cuando no estemos? Alguien puede decir que aspira a permanecer siempre infiltrado en el superyo ajeno, lo que no cabe duda es una monstruosidad.
¿No será que no hay otro modo -más que la autoridad- de defender el "haz lo que digo y no lo que hago"? Si somos mentirosos, ¿por qué medio -sino por la autoridad- podemos inducir a los niños a que no nos mientan? Si no les prestamos atención y vamos a lo nuestro, ¿por qué medio podremos hacer que se interesen en algo que no sea su capricho? Si somos materialistas y el motivo de nuestro interés son objetos de consumo sin valor real, ¿cómo haremos para que no den importancia a la marca de sus pantalones? Yo en todo ello no veo más que problemas de padres y no problemas de niños.
Disciplina es la capacidad de dirigir nuestro ser donde nos indica la inteligencia y creo que la disciplina nos es del todo necesaria y que es preciso que nuestros niños aprendan a utilizarla. Para ser disciplinados entiendo que tenemos que desarrollar una voluntad de hierro que no sea posible torcer. Pero sin la comprensión del por qué de las cosas, de la necesidad de hacerlas, ¿cómo se puede conseguir eso?

3 comentarios:

Carmen Mengual dijo...

No confundamos los términos. Disciplina es según la R.A.L. el conjunto de normas que rigen una actividad y Autoridad es la potestad o facultad de mandar y hacerse obedecer.
Desde que venimos a este mundo todos los actos que realizamos están más o menos sometidos a normas. La madre amamanta al principio a demanda, pero de forma progresiva el bebé va adquiriendo unos horarios y descubre que hay tiempos de juego, de sueño, de aseo. De no ser así terminaría desquiciado. Algún día os contaré la importancia neuronal que tiene la paz y el sosiego en el recién nacido. Eso sería otro tema.
Nacemos y vivimos en el seno de una familia, de una comunidad, nos desplazamos en nuestros vehículos cumpliendo unas normas, no lo hacemos de forma arbitraria. Las normas convierten la sociedad en un lugar de convivencia.
¿Podemos imaginarnos el funcionamiento de cualquiera de nuestros hogares sin un horario, sin unas normas de convivencia, de relación...?
El ser humano es un ser social. No vivimos aislados sino que todos necesitamos de todos y nos regimos por normas o preceptos que no tienen por qué ser considerados autoritarios.
Lo contrario de disciplina es la anarquía y anárquica sería nuestra vida si no aceptáramos las normas que la sociedad nos impone: Normas higiénicas, de comportamiento de relación...
Si es cierto que todos soñamos con ser libres de hacer lo que nos plazca, cuando nos apetezca y sin tener en cuenta a los demás, pero aparte de ser un sueño utópico ¿Qué resultados obtendríamos?
Cuando en vacaciones, nos desprendemos del reloj y vivimos aparentemente sin normas, sin horarios, sin disciplina, llega un momento en que no nos queda mas remedio que bajar al supermercado a por alimentos o llamar a Telepizza, recoger la ropa del suelo y poner alguna lavadora o ir al Corte Ingles a reponer el ajuar, así como la vajilla y limpiar ese suelo donde previamente nos hemos resbalado o pegado. ¿Haremos algo contra la invasión de las hormigas, los mosquitos y las moscas o dejaremos que todo fluya natural y sin someternos a nada ni a nadie?
Algo similar nos ocurre con la educación de nuestros hijos. No queremos que vivan sometidos a la autoridad. Los queremos libres, sin sometimientos a otros, ni aún siquiera a nosotros. Buscamos su felicidad. Buena parte de esa felicidad se logra cuando uno está sereno, seguro, tranquilo y en paz y eso lo da en la mayoría de ocasiones el saber con certeza que después del día viene la noche, que mis padres estarán esperándome al volver a casa, que las cosas, los juguetes, los libros seguirán en el sitio donde los guardé, que después de jugar hay que descansar, que antes de comer hay que lavarse las manos… Normas, normas, normas…
Otro tema es el de autoridad, pero eso tendremos que dejarlo para otra ocasión. No es lo mismo autoridad como potestad de mandar y hacerse obedecer que es una facultad que nace del prestigio del que manda y que no tiene nada que ver con el autoritarismo: “Esto se hace así porque lo digo yo”. Eso no es autoridad. Eso es dictadura, tiranía o lo que sea, pero no es lo que queremos para ellos, nuestros hijos, nuestros alumnos.

Animal de Fondo dijo...

Muchísimas gracias a l@s dos. En cuanto tenga un poco de tiempo e inspiración, seguiré. Y ya que has entrado, no nos abandones, Pmotap!

Animal de Fondo dijo...

Para entendernos, Isabel María, yo pienso que la autoridad es algo externo que nos coacciona; luego sí, con la formación se hace innecesaria. Todo ejercicio de la autoridad es como un caso de vida o muerte; es torcer en último extremo una conducta que no es posible tolerar. No sirve sino para resolver el problema de momento, ya que el objeto de la autoridad la necesita precisamente porque no sabe autorregularse. Lo que consigamos con autoridad precisará de un nuevo ejercicio de autoridad para volver a repetirse. Y siempre corremos el riesgo de hacer un gran daño si el otro guarda en su inconsciente nuestra figura de modo que sigamos mandando aunque no estemos presentes. Yo te aseguro que he conocido a algunas personas que han vertido dentro de sí tan fuertemente la autoridad de sus padres que, aún con ellos muertos, siguen obedeciendo a los sesenta años.
En cambio, si la autoridad es exterior, yo creo que la disciplina es interior. Disciplina es lo que nos hace acudir a clase sin que nadie nos obligue; lo que nos permite redactar estos comentarios; lo que nos detiene en la segunda o la tercera copa para no emborracharnos aunque nos apetezca. Lo que nos separa de la dirección que nos marcan nuestros instintos cuando lo consideramos necesario. Luego la disciplina no disminuye con la formación, sino que aumenta, porque es del todo necesaria en la vida.
Pero ¿qué es lo que nos lleva a conseguir ser disciplinados y al mismo tiempo a resistirnos a la autoridad? Pues no se me ocurre otra herramienta que la inteligencia, que nos permite conocer en cada momento cómo comportarnos bondadosamenre. ¿Y qué nos lleva a considerar que la bondad es el ejercicio más alto y más gratificante para el ser humano, es lo máximo a que se puede aspirar? Otra vez la inteligencia.
¿Y cuál es factor necesario para que pueda ejercitarse la inteligencia? La libertad.
Contestando de paso a cmb, no creo en absoluto que nadie "sueñe con ser libre de hacer lo que le plazca, cuando le apetezca y sin tener en cuenta a los demás". Para empezar, porque ser esclavo de los propios apetitos no es ser menos esclavo que serlo de los ajenos. Para seguir, porque no tener en cuenta a los demás es irreal y la libertad no puede darse en la fantasía. Ser libre no es ser libre de elegir entre una cosa u otra. Ser libre es no tener sometido el pensamiento a nada; es poder pensar sin interés propio o ejeno. Para poder pensar libremente es necesario que no nos importe si nos beneficia o no el fruto de nuestro pensamiento. Pero siendo libres podemos acceder a la inteligencia y, desde ésta, a la disciplina.
¿Es posible amar a nuestros hijos sin amarlo todo? Yo creo que no, porque si solamente los amamos a ellos la realidad será que lo que realmente amamos es a nosotros mismos, lo que no tiene nada que ver con el amor. Y porque los amemos, si los amamos, eso no significa que queramos verlos revolcándose en el lodo mientras tiran piedras a l@s profesor@s. Lo que sí me da lástima a mí es que no sean capaces de comprender lo que conviene y necesiten llevar a su lado una cotorra que les repita a cada instante "eso no" al mismo tiempo que les da un picotazo. Y no me da lástima por la cotorra sino por ellos mismos, porque entonces, como tantos otros, no serían humanos.
Isabel María: la sencillez es la expresión más alta de cualquier arte y la más difícil también. Así que ten por seguro que si no soy capaz de expresarme con más sencillez no es porque no quiera sino porque mis limitaciones no me lo permiten.
Saludos.